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Canibalismo


El linchamiento de cuatro policías en el norte potosino desató una controversia que, bien manejada, podría dar lugar a un debate esclarecedor sobre las culturas andinas y la justicia comunitaria.
No pasaron ni siquiera dos semanas de lo ocurrido y litros de tinta ya corrieron sobre el tema. En medio del estupor por la reacción del gobierno que mata a dos personas en un hotel de Santa Cruz y después negocia el asesinato de cuatro en tierra de ayllus, un hecho quedó en evidencia frente al mundo: el proceso indigenista de Evo Morales tiene lados oscuros, demasiado oscuros.
Es que más allá de temas densos y tenebrosos como el narcotráfico y el contrabando que, según destapó el linchamiento, se han parapetado en diferentes enclaves del país, está el del origen de ciertas costumbres que se practican en el altiplano boliviano.
La semana pasada ensayé una explicación con aquello de la cosmovisión andina y fui inmediatamente rebatido. En el foro de comentarios del diario Correo del Sur, de Sucre, un lector identificado como Mariano Moreno me recordó el punto de quiebre de nuestra historia, la conquista inca, y me dejó frío.
Toro comete el error, que no por tantas veces mencionado deja de ser tal, de idealizar una supuesta utopía andina”, escribió y agregó lo siguiente: “Olvida que desde Sierra Morena hasta Tierra del Fuego, los sacrificios humanos eran el pan de cada día, y la antropofagia la dieta dominical”.
La opinión de Moreno me pareció tan racional que, de inmediato, le envié un correo electrónico solicitándole insumos para proseguir con el tema. Un par de días después, recibí un mensaje del servidor de e-mail comunicándome que la dirección que Moreno puso en el foro no existe. Típico de Internet.
Sin embargo, esas observaciones me dieron bastante en qué pensar y consultar: sacrificios humanos y antropofagia.
Los sacrificios humanos son un tema abierto. Existen tantos historiadores que afirman que la muerte de personas en ofrenda a los dioses era común en las culturas andinas como los que niegan esa versión.
Lo de la antropofagia, en cambio, no parece tener mayor sustento. Si bien es cierto que no se puede negar categóricamente que los andinos hayan practicado el canibalismo, tampoco existen pruebas concluyentes de que lo hayan hecho.
¿Y cuáles son esas pruebas concluyentes?... pues huesos humanos con rastros de dentelladas, iguales a los que encontró en 1866 el geólogo y arqueólogo inglés William Pengelly en Kents Cavern, Reino Unido. La antigüedad de esos restos fue establecida mediante carbono 14 en julio del año pasado en apenas 9.000 años. ¿Qué significa eso?... que en un periodo reciente (demasiado reciente si se compara con los restos de Atapuerca, España, cuya antigüedad es de un millón de años) había pueblos que practicaban la antropofagia en la muy desarrollada Inglaterra, hoy Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Salvo versión en contrario, no se encontró osamentas con dentelladas en la región andina. No sé si en el resto de América (desde Sierra Morena hasta Tierra del Fuego) hubo hallazgos de ese tipo porque mis lecturas se limitan a los Andes.
Es cierto que muchos cronistas adjudicaron estas prácticas a los andinos (“los que viven en los Antis comen carne humana”, escribió Blas Valera, fuente de Inca Garcilaso de la Vega) pero la veracidad de sus escritos fue cuestionada cuando la historia adquirió carácter científico.
Es preciso seguir hablando del tema pero el espacio de una columna de opinión no es suficiente para ello.
Como también apuntó Moreno, hace falta un debate “leal y lógico basado en ideas y alejado de dogmatismos” pero eso parece difícil en un país en el que se practica el canibalismo más peligroso: el político.

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